jueves, 12 de enero de 2017

ORGANIZACIÓN SOCIAL: ROL MASCULINO

El hombre en Grecia y Roma era el cabeza de familia dentro de la esfera privada y a su cargo estaban todos los esclavos de la casa, su mujer y sus hijos; tenía, pues, un papel clave en la sociedad y tan solo él podía llegar a ocupar un cargo público, de modo que todas las instituciones políticas las copaban ellos. En Roma y sobre todo en Grecia el hombre tenía mucha importancia en temas tan claves como la filosofía (todos los filósofos griegos que conocemos son hombres: Aristóteles, Platón, Sócrates…) pero también en la religión, si bien es cierto que había cultos expresos para mujeres. Era tan importante la figura del hombre que en el teatro, representación máxima del mundo griego, cuando se interpretaba el papel de una mujer, este lo hacía un hombre disfrazado; son muchas las comedias en las que el hombre aparece idealizado frente a la mujer.
En Grecia y Roma el hombre tenía un papel capital. En primer lugar para la guerra, pues eran ellos los que salían a la guerra tan pronto como tenían la edad para ello, por tanto, la ‘salud’ de la ciudad dependía de los hombres que salían a combatir; cabe decir que para un hombre era y debía ser un orgullo jugarse la vida por su ciudad y por sus conciudadanos.
En Roma el hombre encarnaba la figura del pater familias, que era el ‘dueño’ de la casa y de todos los que formaban el hogar, por tanto, era la piedra angular sobre la que giraba toda la gens y tenía capacidad para tomar cualquier decisión, desde aceptar o no a un hijo, hasta casar a su hija con el hombre que más le interesara. Dicho de una manera rápida, el pater familias era la ley dentro del hogar y todos le debían sumisión; dependiendo del carácter del mismo, podía ejercer más o menos poder sobre sus familiares, pero la posibilidad la tenía.
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La educación del hombre en Grecia y en Roma era algo diferente. En Grecia, si era espartano, durante los años de crianza, hasta los 7 años, no usaba pañales y sus lloros no eran consentidos; a partir de esta edad, el niño pasaba a ser un ciudadano, es decir, propiedad del estado y se reagrupaban en grupos o escuadrones en los que no tenían ningún tipo de higiene; tras esto, con 15 años, cuando ya eran efebos, se dejaban crecer todos los pelos del cuerpo y se convertían en adultos. Si era ateniense, recibía una educación más curada pues en Atenas la necesidad primaria no es la guerra, sino enriquecerse como persona y ser humano y para ello se cultivaba la sabiduría, los valores morales, la belleza intelectual y física, la valentía, etc. Hasta los 18 años, la educación del niño dependía del padre que normalmente, con 7 años, lo mandaba a la escuela, donde aprendía a leer, escribir y nociones básicas de aritmética; a los 14, profundizaban sus estudios en matemáticas y literatura; si cursaban estudios superiores, en el Gimnasion, aprendían oratoria, filosofía, astronomía o dialéctica. Cuando ya tenían la mente cultivada, entonces cumplían con el servicio militar. Por lo tanto, como podemos ver, la educación ateniense y espartana era bastante diferente en función de lo que una sociedad y otra buscaba.
En Roma, hasta la conquista de las colonias griegas en el sur de Italia, la educación era responsabilidad absoluta de la familia. Durante la infancia los niños se quedaban al cargo de la madre y a partir de los 7 años la educación de los varones pasaba a ser competencia del padre y la educación de las niñas competencia de la madre. Tenían:

·Enseñanza Primaria (de 7 a 12 años)
·Enseñanza Secundaria (de 12 a 16 años)
·Enseñanza Superior (de 16 a 18 años)
·Universidad

En la escuela aprendían a traducir a autores como Homero y también otras disciplinas como la oratoria o la filosofía, siempre teniendo como punto de vista y de partida las artes griegas.

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Ritos de paso 

El primer rito de paso que tenían que pasar los romanos y los griegos era, obviamente, el de nacimiento. Cuando un niño nacía, había una serie de procedimientos a seguir.
En Grecia no había familias tan numerosas ya que, en primer lugar, los maridos muchas veces calmaban su sed de sexo con profesionales y, además, porque había una gran pobreza en el seno de determinadas familias.
Antes del nacimiento de un nuevo miembro de la familia, la casa se pintaba en pez para llamar a los buenos espíritus y proteger el hogar de las impurezas. El nacimiento tenía lugar en casa y para ello se contaba con la ayuda de una comadrona, que era una mujer mayor que ya tenía experiencia en el alumbramiento.
Cuando ya había acabado el parto, el hombre se mantenía alejado de la mujer para evitar las impurezas que se concebían por la sangre. Tras esto, el padre tenía que reconocer al hijo en las fiestas de las Anfidromías: el padre corría alrededor de casa con el niño de brazos y a partir de aquí ya estaba reconocido. Si el padre no reconocía al niño, tenía que hacerlo antes de las Anfidromías. 10 días después, se celebrara un banquete en honor al recién nacido. Como hemos visto, pues, el padre tenía una importancia tremenda en los ritos de iniciación.
En Roma sí había familias más numerosas y el padre también tenía una importancia capital. Después del partido, asistido también por una comadrona, el padre debía decidir si acoger a su hijo o exponerlo, abandonarlo, porque no quería que formara parte de su gens. Una vez acogido, había que elegir un nombre para el recién nacido y para ello se consultaba con los auspicios qué nombre escoger.

El rito de paso más importante era el matrimonio: Para el hombre el matrimonio era algo mecánico y podemos pensar que el paso de hombre a adulto lo marcaba esta unión.  El pater familias se encargaba de pactar el matrimonio y era algo así como una unión comercial; debemos tener claro que, en el mundo grecorromano, en la inmensa mayoría de los matrimonios el amor brillaba por su ausencia. El hombre podía casarse una, dos o tres veces, pues podía casarse de joven, enviudar, y buscar a otra muchacha siendo él ya mayor, por tanto, para él esto no marcaba ningún tipo de trauma, pues se casaban a partir de 14, cuando se consideraba que ya había alcanzado la edad madura.
El último rito de paso que pasaban los ciudadanos grecorromanos era, evidentemente, el de la muerte. A diferencia de lo que consideramos hoy en día, la muerte en Grecia y en Roma no estaba vista como algo que debía esconderse y ocultarse, sino como algo venerable que debía servir como reflejo de lo que un ciudadano había sido en vida.
Cuando una persona moría, una vez confirmada la defunción, el hijo mayor cerraba los ojos del padre y lo llamaba por su nombre por última vez. Tras esto, se tenía que acicalar el cadáver lavándolo y vistiéndolo con la toga para, después, exponerlo en el atrium  a modo de velatorio. Durante un par de días, el cadáver permanecía en el hogar y era velado por sus seres queridos mientras unas flautistas tocaban música funeraria y unas plañideras a sueldo lloraban el cadáver. Después, se hacía un cortejo fúnebre hacia las afueras de la ciudad y ahí se levantaba la pira funeraria y se procedía al entierro.
Las tumbas eran grandes, impresionantes, y se situaban en las salidas de las ciudades por donde pasaban los transeúntes y muchas de ellas contenían mensajes para ellos pues la tumba se consideraba como el hogar de un muerto que seguía teniendo contacto con los vivos. Era muy importante celebrar un entierro respetuoso y venerable pues los griegos y los romanos temían que, si no hacían un funeral en condiciones, el difunto se les presentara y les asustara. Tal era la obsesión que incluso se pensaba que los difuntos tenían necesidades vitales tales como el comer o el beber y, por ello, les daban agua y comida. Pese a todo esto, la idea era que los muertos, obviamente, no eran felices y por esto decoraban con flores sus tumbas y altares intentando así provocar cierta alegría en los difuntos.

Hasta el siglo II, la forma de entierro más común era la incineración y aunque existía la exhumación, lo normal era quemar al difunto, si bien es cierto que las dos convivían. A partir de este siglo, la tendencia se fue invirtiendo. El entierro era un deber sagrado que todo ciudadano grecorromano debía cumplir para con sus difuntos y, en caso de no hacerlo, el alma del difunto sería errante y maligna. 

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ACTIVIDADES 

¡Vamos con las actividades!

1. Nombra las principales características de la educación espartana.
2. Explica, de forma breve, la educación del hombre en Roma.
3. Ahora que ya conoces el rito de paso del matrimonio para el hombre y para la mujer, ¿podrías citar algunas diferencias entre lo que significaba el matrimonio para el hombre para la mujer?
4. Habla sobre las tumbas romanas. ¿Podrías encontrar algunas diferencias con los sepelios actuales?
5.  ἁνήρ, (ἁνδρός), vir y pater son dos palabras latinas y una griega. Di algunas palabras en castellano que deriven de ellas. En el contenido tienes algunas. 

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